LA LÍRICA

Tema 3. La lírica griega. 2013-2014.doc
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LA LÍRICA GRIEGA. (Tomado de la página web del Departamento de Griego del I.E.S Francisco Giner de los Ríos, Segovia)

 

 

  1. DEFINICIÓN.

 

La palabra lírica procede de “lira”, pues los poetas se acompañaban muchas veces de este instrumento (lira o cítara) para entonar sus poemas. Así mismo, el término hace referencia a su carácter musical.

 

Se entiende por poesía lírica un tipo de poesía personal que toma al propio poeta y sus sentimientos como tema principal. A diferencia de la poesía épica, la lírica es ante todo una poesía subjetiva, pues el poeta no es ya un mero narrador de las hazañas que les ocurren a otros, sino que se toma a sí mismo como motivo de su canto. Como la épica, la lírica es también muchas veces poesía cantada, con acompañamiento musical. Va dirigida ante todo al hombre individual, en quien se trata de producir o evocar los mismos sentimientos que se cantan en el poema.


 2.  ORÍGENES.

 

Al igual que la épica, en la lírica hubo una primera etapa oral, que coincidió en el tiempo con la épica oral y en donde el poeta se limita también a repetir, con pequeñas variaciones, los poemas transmitidos por la tradición oral. A esta etapa de lírica popular seguirá otra en la que el poeta se sirve de la escritura y se convierte ya en creador. A esta etapa se la denomina lírica culta.

La lírica culta surge en Grecia alrededor del siglo VII a.C. en un momento de profundos cambios. En lo literario, la épica ha perdido ya vitalidad como género y ha entrado en crisis. Se trata de una época en que se consolida el individualismo y el interés del hombre por todo lo que le rodea. Este género literario mantuvo su vitalidad hasta mediados del siglo V a.C., por lo que se circunscribe al período arcaico.

 

 3. CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES.

 

Entre los rasgos principales que caracterizan la lírica tenemos:

 

 - Fue una poesía que se desarrolló en el ambiente de los “agones”, competiciones poéticas organizadas por ciudades, tiranos y santuarios.

- En el poema, el mito pierde gran parte de su importancia, llegando incluso a desaparecer. En todos los casos la prioridad la tiene la expresión de las propias emociones y sentimientos.

 - Es una poesía esencialmente cantada y con acompañamiento musical, teniendo incluso a veces el complemento de la danza.

 - Se abandonó el hexámetro dactílico de la épica, surgiendo nuevos tipos de versos, pues la lírica evitaba los poemas formados por largas tiradas de versos iguales.

 - En cuanto a la lengua utilizada para componer los poemas, se adoptó en cada lugar el dialecto local, lo cual contribuyó a consagrar los dialectos griegos de cada zona.

 - Otro rasgo fundamental es la enorme variedad y riqueza de géneros que produjo la lírica griega, muchos de ellos procedentes de la lírica popular preliteraria.

 

 

 4. TIPOLOGÍA.

 

La lírica griega puede dividirse conforme a distintos criterios. Nosotros la estudiaremos según la división tradicional de acuerdo con el modo de ejecución de los poemas:

 

-      Lírica monódica: cantada por una sola persona.

-      Lírica coral: ejecutada por un coro.

 

 

 4.1. LÍRICA MONÓDICA.

 

La lírica monódica está compuesta por los siguientes tipos:

 

  1. ELEGÍA. Es un tipo de poesía relacionada en su origen con los banquetes. Trataba una temática diversa, generalmente seria, acompañada de flauta. Se componía en un tipo de verso denominado dístico elegíaco y la lengua utilizada era el dialecto jónico ático. Los cultivadores de este tipo de poesía fueron: Calino, Tirteo, Solón, Mimnermo, Teognis y Jenófanes.

 

Solón de Atenas.- Debió nacer hacia 640 y fue el famoso arconte de 594 con cuyas reformas políticas –que no abordamos  aquí- Atenas abrió el proceso democratizador. Sus elegías tocan  los temas de la ὕβρις (hybris) o soberbia que atrae el castigo divino, del desgobierno y de la avaricia de los ricos. Con Solón la elegía y el yambo se tornan arma política, anticipan los discursos de los oradores. Y sin embargo, el ateniense aparece ajeno a la vitalidad y violencia de Arquíloco, al patriotismo excluyente de Calino y Tirteo, y se presenta amigo del

banquete y la familia. Entre sus obras destacan:

 

- La Salamina, parénesis para que los atenienses conquisten la isla.

- La  Eunomía (Buen Gobierno) o  Elegía a las Musas habla de la justicia y el rechazo a la riqueza y el exceso como base de la felicidad.

Solón fue muy leído en época clásica y se convirtió en el prototipo del ‘Sabio’, evitado en el helenismo y en la época imperial romana excepto por filosófos (Aristóteles, Plutarco), se redescubrió en el s. XVIII. 

 

Calino de Éfeso.- Aristócrata y soldado, vivió en la segunda mitad del s. VII, la mención a Giges y los testimonios contradictorios impiden concretar más. Poeta elegíaco monocorde, destacan su Exhortación guerrera a sus conciudadanos y su Invocación a Zeus. Les anima a luchar como hoplitas por sus mujeres e hijos, para salvar la ciudad del peligro cimerio. Representa una Jonia lejana ya del ideal de Homero, pero aún también de la Jonia escasamente belicista de época clásica, pues aún se entrega a un esfuerzoheroico ante la inminencia del peligro.

Su poesía, semejante a la de Tirteo, recuerda pasajes épicos de la Ilíada como la despedida de Héctor o la vuelta de Aquiles a la lucha.

 

Tirteo de Esparta.- Fue soldado en las Guerras de Mesenia del s. VII, y exhortó a los espartanos a defender la polis y la rhetra. Tradicionalista y defensor del ideal épico, pero aplicado ya a la comunidad espartana, se convierte en el creador del ethos de la ciudad campamento en que se convirtió Esparta en esa época arcaica. Su poema más destacado debió ser la elegía Eunomía o Buen gobierno. No queda nada de sus canciones de guerra en anapestos (ἐμβατηρία). Destaca su concepto de ἀρετή que ya no es mero ardor guerrero sino la idea de sacrificio personal por la comunidad. En ese aspecto influenció el estilo del epitafio ático y fue recuperado por Horacio. 

 

Mimnermo de Colofón.- Probablemente fuera esmirneo. Aunque tocaba temas míticos –el vellocino- y épicos –la fundación de Colofón en su Esmirneida-, destacaba por ser el poeta del homoerotismo –en su Nanno, nombre de su amante-. Su tono siempre es privado, melancólico y decadente.

 

Teognis de Mégara.- Se trata del autor del mayor  corpus de elegía anterior a la época alejandrina, pero no hay acuerdo entre los estudiosos al atribuirle todos los textos que pasan por suyos en las fuentes. Vivió en época de Solón (s. VI) y se suele marcar el 544 como fecha de su máximo florecimiento. Nació en Mégara. Tuvo una relación amorosa y pedagógica con Cirno. Defensor de la

nobleza frente a la presión popular, exhorta al cultivo de las virtudes patriarcales dorias. Algunos versos lo muestran desterrado, empobrecido o clamando venganza contra los usurpadores. Teognis deja ver una ciudad entre el miedo a los persas y a los gobernantes corruptos. Apunta a una clase noble insegura de sus valores aristocráticos, de sus propios miembros, que pactan con el pueblo, empobrecida, dominada a menudo y que recurre al engaño y la traición, resentida y desconfiada. Orgullosos de su antigua superioridad, los nobles se creían capacitados para gobernar la ciudad solos, para distinguir el bien del mal, poseedores del correcto juicio (γνώμη), la fortaleza y la responsabilidad (ἀιδώς). Pero frente al ideal aristocrático de la  γνώμη aparecen elegías en que se propone la “sabiduría aprendida” (σοφία) con inteligencia y habilidad como ideal. Ante la revolución democrática que parece entrever, el poeta resulta moralista y neutral: no es el culpable el pueblo, sino los malvados y nobles corrompidos. 

Su obra se agrupa en la  Teognidea e influyó en la Antigüedad tardía por su moralismo. Los poemas (elegías de distinta extensión, de 1 a 15 dísticos, a menudo incompletas) que se agrupan en la Teognidea proceden de él, de otros autores y de sus imitadores. Así claramente la elegía 699-718 es de época de la sofística y Eurípides pues en ellos encuentra sus paralelos. A veces incluso hay dobles redacciones. Hemos de concluir que la Teognidea es una antología de la elegía prealejandrina más que la obra de un solo autor.                                                    

Temáticamente se han dividido sus poemas en autobiográficos; de máximas morales (estos grupos son difíciles de deslindar porque según él,  sus máximas nacen justamente de la experiencia personal) entre los que hay invitaciones al carpe diem, pesimismo ante la vida, versos de política y ética aristocrática, amistad y fidelidad; de himnos a los dioses –en los que hay que incluir los ‘proemios’-; epitafios; acertijos. En algunos poemas quedan reminiscencias de fábulas pero no se puede sostener que haya como tales elegías fabulísticas. Los grupos temáticos mayores son dos: Por un lado los eróticos, habitualmente elegías homoeróticas masculinas.  En  un sentido lato todos los poemas de Cirno deben interpretarse así, pero debe señalarse que este tipo de amor se había convertido en muchas ciudades dorias en una institución educativa para los efebos. Por ello, hay que hablar de erotismo sólo allí donde es más explícito. En ese erotismo caben solicitudes de amor, reproches por infidelidades, reconciliaciones, promesas de fidelidad, propuestas de ruptura, pero parece claro que dependen de Solón o Mimnermo y los escribieron varias manos hasta el s. V. Por otro lado, los poemas simposíacos y de banquete –remiten a Arquíloco y Jenófanes- de diverso tema (pobreza, medida, oportunidad) o sobre la alegría del banquete y el canto, o sobre anécdotas. Aparte quedan los llamados ‘proemios’ y ‘epílogos’ reales o supuestos y el poema del ‘sello’ (v. 19-26).

Formalmente cabe destacar que están dedicados muchos de sus poemas al amante Cirno, al que intenta elevar moralmente siguiendo la tradición aristocrática. Se ha supuesto que fueran auténticos aquellos poemas que llevan el vocativo  Κύρνε como ‘sello’ teognideo (v. 19), pero eso es excesivo. En otras ocasiones se refiere a otras personas desconocidas. Se salen de ese modo general los poemas más íntimos o eróticos (en 2ª persona o precedidos por ὦ παῖ) y los de invocación a la divinidad (773-82) aunque eso no sea sino un recurso literario para expresar sus pensamientos, los poemas ‘enigmas’ y ‘epitafios’ en que ni siquiera hay referencias personales.  Suelen aparecen contradicciones en las posturas sostenidas en dísticos seguidos, de forma que a veces aparentan ser incluso contestación a lo anterior. 

 

Focílides.- Pertenece a la primera mitad del s. VI. Dejó unas  gnomaiSentencias que no son propiamente elegías, sino grupos de dos o tres hexámetros que idealizan el valor de la justicia y la medida. Suelen considerarse incompletas aquellas que tienen sólo un verso y no se duda de la autoría de aquellas en las que aparece el “sello” -‘también esto es de Focílides’- y que suponen el nacimiento de una conciencia de autor entre los literatos griegos, fenómeno que se encuadra en el más amplio de desarrollo del concepto de individuo que se produjo en la Jonia de los ss. VII y VI. La mayoría de sentencias son reglas de vida, afirmaciones seguidas de exhortaciones. Las más originales son el ataque epigramático de 1, procedente de Arquíloco o Jenófanes. En este género de la sentencia, le influyen Hesíodo, la lírica popular, la sabiduría délfica del momento. Proclama la superioridad de la agricultura, la justicia, la medida, y aunque da a entender su pertenencia a la  aristocracia, pone en tela de juicio sus valores tradicionales.

 

Jenófanes de Colofón.- Nacido hacia 565 a.C., huyó de Colofón cuando la conquista persa (540 a.C.) de la ciudad y se asentó en Elea (Italia). Parece que aún vivía en época del tirano de Siracusa Hierón (478 a.C.). Se trata de un autor desconcertante y complejo: de un lado, escribió elegías, de otro, hexámetros filosóficos. Pero es tan improbable considerarle un rapsoda –no lo eran Teognis o Solón y aborda los mismos temas que ellos-, como un mero filósofo. Las elegías, si bien satíricas y polémicas, tienen un marcado carácter educativo, preferentemente sobre temas ciudadanos (fr. 3) o de doctrina pitagórica, aunque las hay simposíacas (fr. 1, 4, 5). Pero bien por imposición del género, bien por razón cronológica, el contenido filosófico de las elegías es menor que el de otros poemas –pese a ello, fr. 2 y 7-. El resto de su producción, los ‘silos’ son críticos o paródicos, acerca del concepto de divinidad y probablemente pertenecían a su  Περ φύσεος (Sobre la naturaleza). Se sabe que escribió Fundaciones  de Colofón y Hiele (Elea) al modo de los logógrafos jonios. En suma, a la producción lírica une la didáctica, y se suma a los autores de poesía filosófica entre quienes destacan Parménides y Empédocles. Por Parménides está fuertemente influida su filosofía (fr. 19 ss.), pero no es fácil dilucidar qué obras son anteriores a  la influencia parmenidea y cuáles posteriores. Para él, dios es uno y no antropomórfico, espíritu inmóvil rector del mundo, sin duda, todo un avance en la especulación filosófica sobre la divinidad. En su obra predomina lo teológico y moral pero la finalidad principal de su Física era quitarle el carácter sacro a los fenómenos celestes. Influyó mucho en el pensamiento posterior. En los ‘silos’ polemiza con Homero acerca de la mitología tradicional. Si no los temas, al menos sí la lengua de sus elegías es la tradicional: reminiscencias homéricas, composiciones anulares...

También escribieron elegías Demódoco de Leros y Asio de Samos (ambos del s. VI a. C.) pero apenas nos son conocidos por algunos fragmentos y la mención de autores posteriores.


 2. YAMBO. Es un tipo de poesía que surgió relacionada con el culto a Deméter y Dionisio. Su contenido era burlesco y satírico. Se componía en un tipo de versos formados por yambos y la lengua utilizada era el jónico-ático. Entre sus cultivadores se encuentran: Arquíloco, Semónides, Hiponacte y, sobre todo, Arquíloco.

 

Arquíloco de Paros.- Vivió a mitad del s. VII, pues habla de un eclipse de sol (fr. 206) y de la destrucción de Magnesia (652). Los datos con que lo fechaban los antiguos son inseguros, como el poema en que cita a Giges (fr. 102). Hijo ilegítimo del noble pario Telesicles y una esclava bárbara, dirigió la conquista de Tasos, rica en oro, como su abuelo había luchado en Naxos. Habla sin cariño hacia su tierra natal marmórea y seca. Se declara servidor de Ares (soldado) y conocedor de las artes.  En él aparece la  personalidad individual (habla en 1ª persona) pues, bajo la polaridad del sentimiento, esa alternancia ὁ ῥυθμός que lo aleja para siempre del personaje de Homero, que no es libre, sino una marioneta del fatum y los dioses. Pero el de Arquíloco es un individualismo exacerbado. Para él, que quizá fuera mercenario y mestizo, el enemigo tracio es un perro, un bárbaro. Habla de sus camaradas nobles y tiene el concepto griego de justicia (fr. 35: ‘Odio al que me odia y amo al que me ama.’). Con Arquíloco, que se niega a morir por un heroísmo trasnochado, nace el  tópico del escudo abandonado muy fructífero en la literatura clásica. Los sentimientos elementales (amor, odio), aunque él los manifieste inspirados por el dios, aparecen en circunstancias concretas, rigen sus deseos y descargan como una tempestad en injurias, maldiciones, sarcasmos.

La norma positiva es la concepción moral de la divinidad, Zeus, que si ya aparece en Homero, es plenamente consciente ya en Hesíodo, aunque aparece menos que en el lírico pario. Al revés que en Homero, la única respuesta humana al cambio de fortuna irracional propiciado por los dioses es la resignación. Así pues representa a una aristocracia cuyos valores están cambiando y que ya no se siente segura de sí misma. A Arquíloco por su lengua sin freno, orgullosa, fuerte, hiriente, por su libertad radical, se le ha denominado ‘el primer joven colérico europeo’ y en cierto modo desde los propios griegos es un poeta maldito (Píndaro, Aristófanes), debido a sus elegías y épodos yámbicos. Su lengua clara carece de los extranjerismos de Hiponacte, pero también de la profundidad reflexiva de otros líricos.

En ocasiones su poesía se vuelve puramente narrativa a imitación de Homero, casi épica.                                                    

Escribió y pasa por el inventor de los yambos, (satíricos y de invectiva) que eleva de populares a literarios, los primeros tetrámetros trocaicos (de exhortación a la lucha de Tasos, satíricos). Entre éstos destaca el Himno a Heracles, que se cantaba a los vencedores de Olimpia y es el más antiguo y sencillo vestigio de lírica coral. Es el creador del dístico elegíaco (hexámetro + pentámetro). Una de sus elegías, la Elegía a Pericles, inaugura el poema consolatorio. El epodo consta de un mito o fábula intermedio. No queda nada ni de los peanes ni de los ditirambos que se sabe que escribió. La libertad y fuerza de su poesía nueva supera a la mayoría de sus seguidores. Quienes buscaron en Grecia esos elementos, como los cómicos, hallaron en Arquíloco su justificación ante el público. En Paros se le tributaban honores de héroe por ser el fundador de la lírica yámbica y así creció su mito. Calímaco le copió conscientemente en Yambos. Los romanos imitaron la virulencia de su sátira (Horacio, Catulo, Lucilio en Sátiras y Épodos). Los cínicos y los cristianos le execraron por su lenguaje grosero e intemperante y llegaron a desmontar en el s. III d.C. el heroon que había en Paros en su honor. 

 

Semónides de Samos.- Vivió hacia la 2ª mitad del s. VII a.C. Fundó una colonia de Samos en Amorgos. Se le confunde con Simónides. Escribió unas perdidas Antigüedades de los samios  del estilo de la poesía fundacional de las  Fundaciones de Elea y Colofón de Jenófanes y de la Esmirneida de Mimnermo. No escribió epodos y sí yambos y elegías, con un carácter menos incisivo y violento que Arquíloco pero más reflexivo, vivo y observador. Más cercano al hedonismo y desesperanza de Mimnermo y del espíritu de la burguesía jonia, reaparece en él el tema de la indefensión del hombre ante el dios y sus designios ocultos. Aunque es un poeta didáctico, no es moralizante al estilo de Solón, pues está más ligado al arcaísmo y sus versos tienen fuertes resonancias épicas. Destacan entre sus fragmentos:

- Un comentario al verso de Homero -“cual la generación de las hojas, tal la de los hombres”- en que aborda el tema, luego tópico, del carpe diem.

- Su yambo Espejo de mujeres, fábula etiológica que compara diez tipos de mujeres con animales y de las que sólo salva la comparada con la abeja. Literariamente pobre pero importante reflejo del espíritu popular y misógino heleno. Este yambo eleva a rango literario las sátiras recíprocas entre hombres y mujeres propias de algunas fiestas de Démeter y participa del carácter impersonal, pesimista, con un pragmatismo estrecho propio del campesinado arcaico y que es propio de los Trabajos y Días de Hesíodo.

Es genuinamente arcaica y cercana a Esopo la idea de que los animales representan paradigmáticamente determinadas cualidades. Formalmente la composición anular enmarca un ‘catálogo’ al estilo homérico.

- Son conocidos yambos de simposio y las invectivas suyos.

 

Hiponacte de Éfeso.- Noble desterrado y empobrecido, toca temas realistas, del aquí y el ahora, de escarnio contra enemigos como Búpalo, eróticos, económicos y simposíacos. Su vocabulario es procaz, pero destaca por ser el inventor de la parodia literaria (las hazañas de Heracles) y del trímetro yámbico con la penúltima larga –“hiponacteo”-. Su humor influyó poderosamente en la comedia ática y en los cínicos, pero los cristianos lo aborrecen, por lo que presenta problemas de transmisión y autenticidad.

 

Ananio.- Jonio ya del s. IV, se le atribuye la invención del coliambo

y de la poesía gastronómica.


 3. POESÍA MÉLICA. Es un tipo de poesía que canta sobre todo el amor, el vino y las mujeres. Es la canción de banquete por excelencia y se acompañaba del bárbitos, una especie de lira grande de muchas cuerdas. Se utilizaban distintos tipos de versos y el dialecto que se utiliza es el eolio. Entre sus cultivadores destacan: Alceo, Safo y Anacreonte.

 

Alceo de Mitilene (ca. 600 a.C.) luchó en las contiendas aristocráticas de su ciudad y sufrió hasta tres destierros por su enfrentamiento con los tiranos Mírsilo y Pítaco. Como literato, retomó temas de Homero, Hesíodo, Arquíloco (como el de la nave del Estado) y Solón. No nos queda ni un poema entero.

Pero destacaban los llamados  Himnos (a Apolo, a los Dioscuros, a Eros, a Hermes) de carácter mitológico aunque su ambiente habitual era el de las luchas de las hetaireías por el poder y el banquete de hombres. Exhorta a la acción en sus poemas y confía en que los dioses castiguen el perjurio. Coincide con Teognis en la concepción aristocrática de los ‘buenos’ pero se siente el desconsuelo, la melancolía y la pobreza en sus poemas de destierro. Estudiado por los eruditos alejandrinos y redescubierto en Roma por Horacio, fue abandonado en Bizancio y nos ha llegado por citas (Ateneo, Plutarco, Estrabón) y últimamente por hallazgos papiráceos. 

 

Safo de Mitilene (s. VI) es coetánea de Arquíloco y como él fue desterrada (a Sicilia). Quizá estuvo casada  con un comerciante de Andros y se avergonzaba de que su hermano mayor hubiera dilapidado su fortuna con una concubina. Frente a su producción ‘pública’ como los  Himnos a Ártemis, Hera o Afrodita o los epitalamios heterosexuales de encargo (elogios de los novios, cortejos, tema de belleza y amor con mito y composición anular), destaca su poesía ‘privada’: Safo supone el nacimiento del amor como tema poético. Mientras que para los varones ‘lo más importante son las armas’, para la poetisa ‘lo más importante sobre la negra tierra es lo que uno ama’. Aparece rodeada del llamado ‘círculo sáfico, un grupo de jóvenes amigas (Atis, Gónguila, Anactoria...) cuya relación ha dado lugar a las más variadas e interesadas interpretaciones (colegio de señoritas nobles, sociedad cultural en honor de Afrodita, grupo de amantes > lesbianismo). Safo se declara esclava de Eros y Afrodita. El ideal de perfección se describe, no se anhela: el objeto de perfección no llega a convertirse en ideal de vida. Así señala (fr. 58) que de joven sentía ‘el amor del sol y la belleza’ y, aun cuando se aproxima a la vejez, sólo recuerda esa juventud dorada, no ansía volver a ella. Une la fraseología homérica a la lengua coloquial y abunda en imágenes especialmente la sacadas de la naturaleza.

Heródoto la conocía y Platón la admiraba, pero son sobre todo los romanos Catulo y Horacio quienes la imitaron y reavivaron.  

 

Anacreonte de Teos (ca. 572 - 485 a.C.) Es el único representante conservado de la monodia jonia, pero es también elegíaco y yambógrafo. Vivió en Abdera,  cuando se refugiaron allí los de Teos tras la conquista persa, en la Samos de Polícrates, la Atenas de Hiparco y, llamado por los tiranos, tuvo que huir una vez éstos cayeron. Pero no es un poeta belicoso: suele retratársele como un anciano gordinflón, borracho y obsceno. Se le considera el poeta del vino, y eso que según Ateneo era abstemio, Platón lo considera sabio en las cosas del amor y Cicerón considera que no debe imitársele. Los alejandrinos dividían su poesía en cinco partes (erótica, del vino, yámbica, trocaica y elegíaca). Conservamos partes de su Himnos a Ártemis, a Dioniso. Señala Anacreonte (fr. 56) que no es amigo de quien cante guerras y querellas, sino del que mezcle los dones de Afrodita y las Musas con alegre prudencia. Rechaza los ideales de riqueza y de poder (fr. 4), pero disfruta del amor efébico (frs. 15, 19, 22 y 23), refinamiento jónico que censuraron los autores cristianos y señala el poder no siempre dulce de Eros (frs. 25, 37 y111). En Anacreonte reaparece la polaridad del sentimiento (fr. 79 ‘amo y de nuevo no amo, estoy loco y no estoy loco’) que dará paso luego a la paradoja clásica (Ovidio:  Odi et amo et qua re non nosco).

Posiblemente sea el lírico que más ha influido en la literatura europea (Goethe) y ya en 1554 Henry Etienne publicó unas Anacreónticas, hecho celebrado por Ronsard. En España fue traducido por Quevedo en 1609 e influyó en las obras de Esteban Manuel de Villegas y Meléndez Valdés entre otros. Y eso aun cuando la mayor parte de las Anacreónticas no son suyas, sino imitación tardía.

 

4.2. LÍRICA CORAL.

 

Este tipo de composiciones era interpretada por un coro con motivo de algún tipo de fiesta o acontecimiento colectivo. En su origen, la mayoría de los poemas corales eran himnos a los dioses, aunque poco a poco fue introduciéndose la temática humana. En cuanto a su estructura métrica, se utilizaban las tríadas, formadas por tres estrofas (estrofa, antistrofa y épodo), y la lengua utilizada es el dorio. Entre sus géneros destacamos:

 

  1. HIMNO. Canto ritual dirigido a una divinidad. Según el dios al que se dirigía, se distinguen el peán (Apolo), en el que se canta o pide un triunfo (militar, enfermedad, etc.), y el ditirambo (Dionisio). Otros tipos de himnos son: el canto procesional, el treno (canto fúnebre) y el epitalamio (canto nupcial).

  2.  CANTOS DEDICADOS A LOS HOMBRES. Destacan el encomio (elogio), el epinicio (canto triunfal) y el canto de guerra.

 

Fueron muchos los poetas corales, entre ellos destacan: Alcmán, Estesícoro, Íbico, Simónides, Píndaro y Baquílides.

 

Alcmán de Esparta (s. VII) compuso poemas danzados por coros de jóvenes (parthenios) de las casas reales espartanas, divididos en proemio, centro y epílogo. Por sus temas e imágenes queda más cercano a Safo que a los poetas corales. Aristóteles lo estudió, pero no tuvo éxito entre los romanos.

 

Estesícoro de Hímera (ca. 630-555) continúa la escuela italiota de poesía de Jenócrito de Locros. Toca temas épicos salidos de Hesíodo y tradiciones locales sicilianas. Sólo quedan  breves fragmentos de sus largos poemas como Cerbero, Cicno, la Destrucción de Troya, la Gerioneida, la Helena. Por este último la diosa le castigó dejándolo ciego por lo que se retractó escribiendo una Palinodia.

 

Íbico de Region.- Su obra culmina hacia 540. Sus poemas cantan mitos célebres como  Zeus y Ganímedes. Posiblemente escribiera odas públicas, pero su producción cambió, cuando visitó la Samos de Polícrates, hacia una lírica coral erótica. De esta época data su conocida Oda a Polícrates.

 

Simónides de Ceos.- Suelen atrbuírsele a él los fragmentos elegíacos y la lírica coral y no debe confundírsele con el yambógrafo Semónides. Simónides nació en Ceos (556) y murió en Agrigento (468). Representa a un poeta nuevo, noble pero comerciante, cercano a los círculos de poder tiránico (la Atenas de Pisístrato, la Siracusa de Hierón, donde coincidirá con Píndaro). Destacan sus  Himnos, sus  Trenos (como a los muertos en las Termópilas) y la introducción de dos géneros nuevos, el epigrama y el epinicio. Éstos últimos, sus Cantos Triunfales, diferían mucho de los de Píndaro. Revitalizó el uso de los epítetos y acercó la poesía a la pintura. Para Dionisio de Halicarnaso superaba a Píndaro, pues llegaba al corazón con sus lamentos trenéticos sin ser grandilocuente.

 

Corina.- Tradicionalmente se la ha considerado la maestra de Píndaro, pero algunos filólogos (Page) retrasan su obra hasta el helenismo por su lengua y porque no se la cita hasta el s. I a.C. La mayoría de los tópicos sobre la rivalidad de Píndaro y Corina proceden de leyendas posteriores trasmitidas por Píndaro y autores tardíos. No está claro qué tipo de poesía escribía, pero la incluimos aquí por su vinculación con él.

 

Píndaro de Tebas (518-438).-  Vivió la caída de los Pisistrátidas en Atenas y debió morir hacia 438 en Sicilia. Escribió himnos, peanes, ditirambos, pártenos, trenos, pero ante todo nos han llegado sus epinicios, odas dedicadas a los vencedores en distintas categorías de los Juegos Panhelénicos. Se agrupan según el Juego de la victoria en Odas: Olímpicas, Píticas, Ístmicas y Nemeas. En cada oda, el autor narra por encargo la gesta del vencedor, algunos de sus datos biográficos e introduce un mito que lo relaciona con la ciudad o los dioses y lo eleva a sí la categoría de modelo. También en cada oda aparece con un rico lenguaje metafórico un objeto (un barco, dos ánforas, un pájaro cautivo) que actúa como símbolo de una verdad de tipo general (gnèmh) que el autor sostiene. Utiliza muchos epítetos de nuevo cuño y fraseología épica. El gran poeta del deporte aristocrático de la época arcaica, aunque biográficamente se encuadre ya en la época clásica, estuvo al servicio de grandes tiranos como Hierón y Gelón de Siracusa. Poeta selecto,  Píndaro escribe en dorio por convención, aun siendo beocio, su obra es la mejor conservada de los líricos pues, al ser una literatura pública, de encargo, se guardaba en los archivos de las ciudades y no ha sufrido excesivas modificaciones por los copistas.

Naturalmente eso hace que no aparezca la figura del yo personal del autor, sólo el yo del poeta coral. Hay que recordar que el poeta griego no trata de ser original sino de alcanzar una perfección formal dentro de unos esquemas dados. Para Propercio y Marcial, Píndaro era el más importante autor de su género, y lo siguen autores como Fray Luis de León o Hölderlin.

 

Baquílides de Ceos.- Coetáneo y conocido de Píndaro, Baquílides alcanzó su apogeo hacia 467. Sobrino de Simónides, escribió ditirambos, peanes, himnos, partenios, hiporquemas para el culto y, por encargo privados, epinicios, encomios y cantos eróticos. De los 60 fragmentos que conservamos, la mayoría pertenecen a epinicios para vencedores en certámenes deportivos, himnos y ditirambos. El lenguaje es más ligero, sus mitos más dramáticos que en Píndaro y su lengua, comúnmente, el dorio.

 

UN POEMA DE TEOGNIS


ELEGÍAS

Texto y Traducción por Francisco R. Adrados. Catedrático de la Universidad de Madrid. Ed. Alma Mater S.A., Barcelona, Dep.Legal B11.407- 1959.


(Elegías, Libro I, versos 27-82)* /.../

Como tu amigo que soy
voy a darte los consejos
que yo mismo, oh Cirno, de niño,
recibí de los hombres de bien.
Sé prudente y no busques honores, éxitos ni riquezas mediante
acciones deshonrosas ni injustas.
Convéncete de ello; y no trates con hombres viles,
sino estáte siempre unido con los buenos;
bebe y come con aquellos, reúnete con aquellos
y sé grato a aquéllos cuyo poderío es grande.
De los buenos aprenderás cosas buenas;
pero si te juntas con los malos,
estropearás incluso tu buen natural.
Aprende esta máxima y trata con los buenos,
y algún día dirás que aconsejo bien a mis amigos.

Cirno, esta ciudad está preñada y temo que para un hombre que
enderece nuestro funesto desenfreno; pues los ciudadanos
aún están sanos, pero los jefes han venido a caer
en una gran vileza.

Ninguna ciudad, oh Cirno, han arruinado aún los hombre de bien;
mientras que cuando los malvados se deciden a mostrar su insolencia,
corrompen al pueblo y dan las sentencias a favor de los injustos
para buscar ganancias y poderío propio, no esperes que esa ciudad,
aunque ahora esté en la mayor calma, permanezca tranquila
por mucho tiempo una vez que los malvados
se aficionen a las ganancias con público perjuicio.
De esto nacen las luchas civiles, las matanzas de ciudadanos
y los tiranos: ¡Ojalá no dé su voto a nada de ello esta ciudad!


Cirno, esta ciudad es aún una ciudad, pero sus habitantes
son ahora distintos: Antes, no conocían ni el derecho ni las leyes,
sino que en torno a su cuerpo vestían pieles de cabra hasta romperlas
y se apacentaban, al igual que los ciervos, fuera de la ciudad.
Éstas son hoy día las gentes de bien, oh Polipaides;
y los buenos de antes, ahora son los villanos:
¿Quién es capaz de soportar este espectáculo?
Se engañan unos a otros riéndose unos de otros,
desconocedores de las normas para distinguir lo bueno de lo malo.
A ninguno de estos ciudadanos hagas de corazón tu amigo,
oh Polipaides, por causa de necesidad ninguna;
por el contrario, procura parecer con tus palabras amigo de todos,
pero no te unas con ninguno en ninguna empresa importante,
porque entonces conocerás la manera de ser de estos miserables,
cómo no tienen palabra en su comportamiento sino que
gustan de los fraudes, los engaños y las trampas
igual que hombres irremediablemente perdidos.

Jamás, oh Cirno, lleno de confianza deliberes en unión de un malvado
cuando quieras hacer una cosa importante;
por el contrario, por buscar al hombre de bien acepta
duros trabajos y aun recorrer, oh Cirno, con tus pies un largo camino.

No comuniques por entero tus proyectos a todos tus amigos:
Son pocos entre muchos los que tienen un carácter leal.

Pon en práctica tus proyectos importantes confiándote en poca gente,
no sea que, oh Cirno, sufras un perjuicio irreparable.

Un hombre leal es digno de ser pesado con oro y con plata,
oh Cirno, en las terribles luchas civiles.

Pocos amigos hallarás, oh Polipaides, que te resulten seguros
en situaciones de peligro; hombres que, poseedores
de un corazón concorde con el tuyo, tengan ánimo para
tomar igual parte de los bienes y de los males.

.oOo.

*Citado de: Líricos griegos. Elegíacos y yambógrafos arcaicos. Introducción, edición crítica y traducción, por Francisco R. Adrados. Catedrático de la Universidad de Madrid. Ed. Alma Mater S.A., Barcelona, Dep.Legal B11.407- 1959.